La tradición procesional ha cobrado auge en España en las últimas décadas. El fervor religioso, el interés por un patrimonio excepcional, el deseo de continuar una costumbre familiar, la singularidad que entraña para el hombre moderno el sumergirse en una colectividad con parecidos sentimientos, todo ello ha hecho posible el que multitud de lugares sigan siendo el Gólgota para la representación de la Pasión de Jesucristo.
Un buen ejemplo de este nuevo vigor procesional lo constatamos en la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón de Astorga. Es su cabildo, anejo a la iglesia franciscana, el primer espacio religioso con que se encuentra el peregrino a Santiago, cuando entra, después de dejar atrás una hermosa vega y subir una empinada cuesta, en la ciudad. Bajo una modesta apariencia, en su interior se conserva un patrimonio excepcional desde el siglo XVI, tanto documental como imaginero.
Esta página web quiere mostrar, precisamente, al mundo, esos valores patrimoniales. Pero al tiempo, el ejemplo de un grupo humano vivo, que ha sido capaz de conservar, restaurar, recuperar procesiones y actos perdidos; y buscar la fraternidad con otras cofradías y ciudadanos. Con un diseño sumamente cuidado, con una fotografía ilustrativa de gran calidad, cada cual podrá escoger los aspectos que le interesen: apreciar unas tallas de gran valor artístico, acumuladas durante cuatro siglos, tanto de escultores renombrados, como Gregorio Español, junto a otras no menos relevantes, de taller astorgano, incluso de factura contemporánea como La Piedad de Jesús Palmero; o puede, asimismo, recrearse con partituras musicales y vídeos, o con la propia revista que recoge el acontecer de cada año...
Más importa el observar en estas páginas la plasticidad, el arte vivo, el paisaje multicolor de una ciudad en la calle. En verdad que Astorga, como bien se puede comprobar en los centenares de imágenes que aquí se muestran, es una ciudad hermosa, por un patrimonio acumulado durante más de dos mil años. Pero toda la belleza de sus calles y plazas, de su palacio gaudiniano, de su catedral dorada y gris, de su ayuntamiento con los maragatos veladores de las horas, toda esa belleza es más belleza cuando la alienta la vida. La Semana Santa es una festividad que convierte a la ciudad en un gran escenario donde sus habitantes representan, de forma multitudinaria, la crucifixión y muerte de Cristo.
Cuando en la mañana del Domingo de Ramos los “corredores” van prestos por las calles convocando a los cofrades y repican secos los pasos en el enlosado, ya en las casas están colgadas las túnicas moradas y las capas negras, junto a escapularios, capuchones monacales, verdugos y capirotes. En la noche camina la muchedumbre con el Ecce Homo, desde el cercano pueblo de Piedralba hasta Astorga, con la ventisca del mítico Teleno, que aviva las catorce hogueras esparcidas por los altozanos; sus llamaradas iluminan los rostros ensimismados por el recogimiento que da la noche y la recreación fascinante de cada una de las estaciones.
En cada madrugada del Viernes Santo, los cofrades caminan por el alto mirador de la muralla con la abstinencia de la palabra, con los faroles como copos de luz y con el Cristo yacente en unas parihuelas: impera el silencio, y ocasionalmente rompe la quietud de la noche un desgarro ahogado de matracas, carracas y tambores destemplados. Será al atardecer cuando los cofrades introduzcan solemnemente la urna funeraria vacía, para El Desenclavo, en la plaza Mayor. Aunque los balcones y miradores están siempre repletos de gente y la propia plaza semeje una piña humana, cesan los murmullos y el silencio parece cortar el viento hasta que los cantores entonan el lamento fúnebre.
En el Domingo de Pascua son otros los sonidos pues la ciudad festeja la buena nueva. En el momento en el que Cristo Resucitado sale de la catedral al encuentro con la Virgen del Amor Hermoso repican las campanas catedralicias, se elevan los cánticos y parece como si la ciudad aventase la contrición y la penitencia. En el retorno al cabildo, el Resucitado es “bailado” por las calles mientras la Banda Municipal interpreta piezas festivas. Atrás quedan unos días mágicos, en los que la ciudad se ha convertido, por la vivencia colectiva de cientos de astorganos, que participan en esta y en otras cofradías, en un escenario gigante para la representación de la muerte y resurrección de Cristo. Días mágicos que, gracias a una seductora pantalla, ahora podemos compartir con cualquier ciudadano del mundo, que desee disfrutar con nosotros toda esta enriquecedora costumbre que nuestros antepasados nos han legado y que deseamos preservar.
Juan José Alonso Perandones
Alcalde de Astorga (1989-2011)
Pregonero de la Semana Santa de Astorga 2012